EL CUENTO NACIONAL ARGENTINO
El cielo era profundamente celeste, estaba cortado únicamente por dos nubes blancas que lo cruzaban como largas cintas. Gloria, sentada sobre una piedra, lloraba desconsolada. Me acerqué a ella y entre sollozos. me contó:
-¡Faltaron al juramento!-, dijo, -lo hicieron sin mí… yo sabía…
-¿Qué hicieron, quienes? –pregunté.
-Los mortales, - respondió angustiada.- Los mortales que se murieron…
La Igualdad, desde su trono, los mató a cadenazos, ¡Sí, a lo lejos se podía oir el ruido de rotas cadenas!
Veníamos todos unidos desde las provincias del sur, yo me quedé rezagada y cuando abrieron el trono de la Dignísima, los robaron los laureles y los tuvieron presos hasta morir. Eran los laureles que supimos conseguir trabajando como negros durante una eternidad.
Cuando esto pasó, no supieron qué hacer,- dijo Gloria desesperada.
-Uno gritó: ¡Libertad…!, el otro lo imitó: ¡Libertad! y el último repitió: ¡Libertad! Inútilmente,- aseguró,- porque los que se decían los libres del mundo, no respondieron, estaban brindando por no sé que pueblo y sólo se escuchaba el grito sagrado de los borrachos:
-¡Salud! ¡Salud!
***
Graciela Martelloto
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario